¡Hola!
En primer lugar me gustaría agradecer brevemente a los
creadores de este blog la oportunidad de poder escribir desde el anonimato
sobre nuestros problemas.
Yo os quería contar una situación por la que he tenido que
pasar, situación que está a la orden del día. No os va a sorprender para nada,
pues la sufrimos prácticamente todos los secretarios/interventores y lo hemos
interiorizado como parte de nuestro trabajo: El acoso.
Todo empezó con el primer reparo, a la semana de empezar
como secretaria-interventora en un pueblo de menos de 5000 habitantes.
“Empiezas mal”, “¿y por qué no reparas tu nómina?”, “¿para esto tienes que
echar al pobre interino?” “Poco te quieres quedar aquí”...
Bueno, gajes del oficio, pensé yo. Yo a lo mío.
Desde ese momento, todo lo que hacía se empezó a cuestionar.
Que por qué remitía los contratos a Hacienda en vez de ponerme con las
subvenciones de turno, que qué era la bobada esa de tener que informar los contratos menores, que Fulanito había presentado una solicitud y no le
había contestado, que por qué no atendía a los ciudadanos, que si no había
contratos era por mi culpa que no los quería hacer…
A eso había que sumar las peticiones absurdas de los
concejales incluso a mi teléfono particular, los chantajes emocionales tipo “ahora
no te hablo” y la utilización masiva de los servicios jurídicos de la Diputación,
porque estaba claro que “tú no tienes mucha idea”, “siempre lo hemos hecho así
y nunca nos han dicho nada”.
Por no hablar del desprestigio público en los Plenos: “La secretaria ya sabemos que no nos quiere ayudar”, “la secretaria está muy ocupada con cosas que no afectan al pueblo”, “pregúntele usted a la secretaria, que a nosotros no nos hace ni caso”…
Incluso llegaron a presentar una “Moción
para que la secretaria dimita”.
Anécdotas aparte, lo cierto era que poco a poco me fui
obsesionando con que no hacía bien mi trabajo. Cada vez le dedicaba más tiempo
y por tanto, menos a mi pareja y a mi familia. Noches sin dormir con el corazón
a mil pensando que qué me depararía el día siguiente era el pan de cada día.
Y ellos lo sabían. Sabían que cada vez estaba más triste,
más pusilánime, menos atenta… vieron la llaga y por supuesto aprovecharon para
meter el dedo. "Ya lo que nos faltaba vamos, que te pidieras una baja por depresión".
Gracias a que de casualidad conocí a un psicólogo que me
ayudó a comprender que lo que estaba viviendo era acoso laboral pude poner fin
a esa horrible situación.
Yo he optado por cambiar de pueblo, por alejarme de todos los que de una u otra forma me hacían daño. Otros tendréis la valentía de pensar “de aquí no me mueve ni Dios”, pero yo no pude.
Eso sí, me he ido tras presentar la oportuna
denuncia en vía judicial, pues me niego a que esos sinvergüenzas sigan acosando
a sus anchas a los que vengan detrás. Pero bueno, eso ya es otra historia.
Gracias por leerme y espero poder ayudar a alguien que se encuentre en una situación similar.
Que injusto y duro es tener que vivir algo así.
ResponderEliminarDesde luego que por suerte no me ha tocado como empleado público vivir algo parecido nunca. Pero comentarios del tipo "esto siempre se hizo así" o "pues siempre lo hicimos así y nunca pasó nada" y derivados, están al orden del día. Que algo siempre se haya hecho de una manera no quiere decir que se estuviese haciendo bien, es más, probablemente siempre se haya hecho mal, y para cuándo alguien intenta hacer las cosas bien, ajustado a derecho, en la mayoría de los casos se encuentra con un sin fin de obstáculos. Quizá el problema más grave está en la impunidad generalizada de quienes hacen las cosas mal, desde siempre.
Joder, qué duro lo que cuentas. Esos plenos con afirmaciones tan graves sobre tu desempeño profesional debieron ser bastante hirientes. Lo peor es que al final quienes tenemos que salir huyendo somos los habilitados que hemos pasado un duro proceso de preparación para saber lo que hacemos, mientras que los inexpertos e inconscientes políticos se mantienen en su sitio. Esta situación no deja de sentirse como un fracaso... aunque entiendo que si estaban en peligro aspectos tan importantes como tu familia o tu salud hicistes bien. Hay cientos de pueblos en los que poder trabajar y más siendo secretaria-interventora. Ánimo y fuerza para ese nuevo destino.
ResponderEliminarValientes somos todos, los que nos quedamos y los que nos vamos de estos sitios donde nos acosan hasta el límite. Mucho ánimo, nadie se merece pasar por esto.
ResponderEliminarValientes somos todos, los que nos quedamos y los que nos vamos de estos sitios donde nos acosan hasta el límite. Mucho ánimo, nadie se merece pasar por esto.
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